¿Alguna vez te ha dicho alguien que estás comiendo algo que no deberías? O cuando te sirves comida por segunda vez, te dice «Por Dios, ¿te estás volviendo a servir?». Si te ha pasado esto, dime ¿Cómo te sentiste? ¿Te enojó? ¿Te molestó? ¿Te desconcertó? ¿Te avergonzó? A menudo sentimos como una invasión de nuestra privacidad cuando otros critican nuestra manera de comer. Bueno, pues uno de los mayores errores que cometemos como padres es decirles a los niños qué deben comer y cuánto deben comer; hacerlo podría causarles sentimientos negativos respecto a la comida. Para los niños, una parte normal de la dinámica familiar es que los papás sean los que establecen límites, los que guían, orientan, enseñan. Esa misma orientación la debemos dar en la mesa también y es importante hacerlo de la manera correcta. Si no lo hacemos bien podríamos causar más mal que bien.

Los niños tienen un sentido innato de lo que sus cuerpos necesitan. Están naturalmente en sintonía con las señales de hambre y saciedad de su cuerpo. Cuando comenzamos a influir en cuánto comen, comienzan a dudar de las señales de su cuerpo. Nos aman y confían tanto en nosotros que empiezan a dudar de sus propios mensajes de saciedad y hambre. Con el tiempo y nuestra persistencia, pueden perder completamente la dirección que su cuerpo les dice. ¿Cuántos adultos conoces que comen cuando no tienen hambre, o comen hasta que ya no pueden más? Mi trabajo me ha llevado a atender a muchos adultos que han perdido la capacidad de reconocer sus señales de hambre y saciedad y veo cómo esto afecta su relación con la comida. Se necesita trabajar mucho para restaurar esta conexión entre la mente y el cuerpo.

¿Qué pasaría si nosotros, como papás, pudiéramos preservar esa conexión? ¿Qué sucedería si pudiéramos criar a nuestros hijos para que coman de manera intuitiva? Tenemos la capacidad de empoderar a nuestros hijos a confiar en lo que les pide el cuerpo, en sus señales internas, disminuyendo la influencia de las señales externas. Tenemos que ver que nosotros y nuestros hijos somos bombardeados todos los días con toda clase de comerciales de alimentos y sentimos la presión social y cultural. Cuando ignoramos lo que nuestro cuerpo nos dice, afectamos negativamente nuestra salud y bienestar.

La práctica de comer intuitivamente comienza en la mesa. Permitir a tu hijo elegir entre los alimentos que le ofreces y decidir cuánto comer le da la confianza de escoger lo que necesita. ¡Déjame decirte que esto que te platico no es nada fácil de hacer! ¡El impulso de guiar y enseñar a nuestros hijos es siempre muy fuerte! La solución está en ese viejo dicho, «Una acción vale más que mil palabras,”. Lo importante son nuestras acciones, nuestro ejemplo. Cuando nuestros hijos nos ven disfrutar comiendo una variedad de alimentos nutritivos, ellos nos ven y lo notan.

 

Cuando les damos de comer una buena variedad de alimentos nutritivos, nuestros hijos aprenden lo que es una comida balanceada y esto es algo que se les queda grabado para toda la vida. Darles un buen ejemplo es la clave. ¡Usarlo para mostrarles tu amor!

Platicar de tus experiencias no criticarles an los niños durante la cena. Compartir con nosotros lo bueno, lo malo y lo chusco en los comentarios a continuación

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